martes, marzo 14, 2006

Dilema moral

Ahí va un dilema moral bastante de moda en la rama de bioética para el que tenga ganas de devanarse los sesos buscando la resolución que le parezca más adecuada.

La eugenesia terapeútica es la técnica que se dedica (ahora con poco margen, en el futuro con muchas más posibilidades) a corregir en el feto futuros defectos que atañirán a su salud. Véase enfermedades hereditarias, malformaciones físicas...y un amplio espectro que comprende ese rango que hoy denominamos minusvalías.
Hace un par de años, en el Congrés de Filosofía del País Valenciá, un grupo de discapacitados vino a exponernos la reivindicación de poder ser tal y como son, minusválidos, y de que su condición fuese aceptada de una vez por todas, ya que existe desde que el hombre está por aquí, como "normal". Normal tanto como la de cualquier hijo de vecino que no se ha roto jamás un brazo saltando a la comba. Reclamaban esta condición de normalidad porque, dicen, el hombre no es perfecto y no estamos hechos para serlo; y sobretodo, decían, porque eran felices y eso debería bastar.

Esta claro que eso no basta para resolver el dilema moral. Pero desde luego sí que nos hace pensar el que alguien nos recuerde que no estamos hechos para ser perfectos, que parte de la vida humana consiste en tener que enfrentarse a situaciones que no puede solucionar, aceptar hechos que no puede dominar, buscar una felicidad que no va a ser completa, y que precisamente por eso se dice que se busca, porque si no ya estaríamos en ella. Si nos encontráramos de siempre en un estado completo, perfecto, sin dolor, sufrimiento ni búsqueda, sin defectos...no tendría sentido buscar, nos vendría la cosa ya dada y, de paso, bastante parecida para todos.

Hasta dónde cambiarnos sin dejar de ser humanos? Ése es el dilema. Y démonos cuenta que tendremos que ser muy suspicaces cuando queramos defender una práctica de este tipo ya que el argumento que la respalda vale también, de muy buen grado, para defender que deberíamos medir al menos 1.80 para ser felices y tener los ojos del color de la moda que esa década se vaya a llevar. Es difícil ver la línea que separa lo auténtico (no en sentido natural, sino espiritual y todo lo que ésto conlleva) de lo inauténtico, y más todavía si estamos justo encima con un pie ya en el otro lado.

Yo aún no me he decidido definitivamente por ninguna de las partes; quizá porque espero al ecléctico que sepa combinarlas con elegancia sin poner en peligro mi felicidad. Ahí os lo dejo.

7 comentarios:

Guillermo dijo...

Suena muy bien eso de poder quitarle al feto las posibles malformaciones que pudiese tener, borrarle de un plumazo las enfermedades hereditarias, pero y ya que hemos llegado hasta aquí porque no hacer que mida más de 1.70, le quitamos la calvicie prematura, le cambiamos esos ojos marrones tan comunes y creamos niños que habrá que mirar con lupa para ver el parecido con sus padres.

Hay que tener cuidado con esto, debería definirse una lista con esas minusvalias que podrían ser perjudiciales en un futuro y eso debería ser lo único que se pudiese alterar de un feto. Solo queremos unos hijos más sanos, no convertirnos en el nuevo 'Gattaca' (si no has visto esa película te la recomienda, explica muy bien todo esto).

Chasky dijo...

Esto es muy complicado y mucho me temo que finalmente cuando la técnica se domine cada país lo va a aplicar como le dé la gana.

Yo personalmente opino que habría que hacer uso de ella solamente en el caso de que la vida del feto o del niño una vez haya nacido corriera riesgo.

terminus dijo...

Yo, por supuesto estoy a favor. Simplemente es acelerar lo que la naturaleza hace, perfeccionar.
El hombre actual se parece mas bien poco a los homínidos de los cuales descienden, quiza dentro de unas diez o quince generaciones, gracias a la ayuda en laboratorios conozcamos a una nueva evolución del ser humano. Eso, si no nos matamos unos a otros antes.
En un laboratorio quizá lo primero que habría que buscar es precisamente eso, el gen de la estupidez. Eso si que es una carga mayor que cualquier malformación física, y hace más daño.

Beso

Edu

Anónimo dijo...

¿Qué parte del mérito de la "solución" corresponde al que proporcione algún tipo de inspiración para la autora?

Porque pensar de gratis, tú más que nadie ya sabes que no me va :)

Anónimo dijo...

pene de 30cm para todo el mundo

Anónimo dijo...

En cualquier caso, creo recordar que la persona que dió la conferencia, apoyaba también la eliminación de ventajas económicas y de otros tipos para los minusválidos. Es decir, abolir completamente cualquier tipo de discriminación positiva.

Y me gustaría saber si todos los minusválidos están de acuerdo con eso. No se puede obviar que, tal y como están las cosas, una persona que nace con cualquier tipo de problema físico, nace con una desventaja importante respecto a los demás, porque le será más difícil moverse, o encontrar trabajo, o ser valorado por igual con el resto de la gente. Y negar eso en nombre de la corrección política me parece absurdo.

Anónimo dijo...

Y por otra parte, pienso que cualquier persona que nace ciego, sordo, sin movilidad, con alguna deformación o problema físico que le impida desarrollar su vida "con normalidad", siendo "normal", no deja de ser *físicamente* algo "fuera de lo normal".

Sé que esto suena raro, pero si un órgano como los ojos o el oído no funciona como debería (y su función creo que está muy definida), puede considerarse en mi opinión que existe algún tipo de anormalidad en su funcionamiento. Y dado que la evolución ha llevado al hombre a tener dos brazos, dos piernas, etc etc etc, cualquier cosa que se salga de ahí (una o tres piernas), puede considerarse algo "no normal".

Porque cualquier otra cosa sería admitir que una persona tanto puede nacer con uno o tres brazos, y que existen las mismas probabilidades de que sea así. El problema es donde poner la línea y sobre todo, el carácter peyorativo que se encuentra en la palabra "anormal" (no normal).

Y yo tengo dos pezones (en uno), y sé que eso no es normal, y no tengo ningún problema con ello.

Ah. Y aunque soy más listo que nadie, y por ello soy anormal, eso no me hace perder el sueño.

No me hagáis demasiado caso, es el sueño.