miércoles, junio 28, 2006

Abandonado por falta de necesidades.

Cuando creé este blg no pensé que me pasaría eso que es tan criticado entre los blogeros: abandonar tu blog. Primero porque es muy fácil escribir cualquier cosa y publicar todos los días, da igual lo que cuentes; desde los problemas cortándote un uña del dedo gordo del pie hasta un ejercicio espléndido de literatura, una foto, un dibujo...el medio acepta cualquier expresión que al dueño se le antoje, la calidad o las ganas de ser bien recibido corren a cuenta de los asiduos al espacio. Así que, como digo, es bastante difícil no tener nada que decir. Y sin embargo aquí estoy, escribiendo después de "ni me quiero acordar cuántos días" de abandono absoluto. Quizás tiene que ver , no con lo que pueda o no decir, sino por qué lo digo aquí. Utilizo este blog cuando no puedo expresarme de otro modo, cuando lo que pienso no puedo más que ponerlo aquí o cuando creo que merece la pena ser colgado. Últimamente no he necesitado expresarme así, y lo que merece la pena lo uso en mi estudio y lo escribo en otros lados. Las risas me las he gastado fuera, y las penas se las he contado a una amiga. Por eso he estado ausente. Incluso lo absurdo, lo insustancial o lo ridículo me han parecido temas de reflexión de los que me he hecho cargo fuera de este espacio. Lo he retomado con el motivo de darme un disculpa a mí misma por haberlo abandonado, y no estoy segura si lo retomaré de nuevo mañana o ya tal vez dentro de un mes cuando tenga la necesidad de disculparme de nuevo. Sea lo que sea me acuerdo todos los días de que está aquí, para servirme en caso de que lo necesite. Al fin y al cabo, para eso lo creé.

sábado, junio 03, 2006

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-No puede ser, ¿o si?- Marcia se descubrió de repente pensando, dejó de ser por un momento la Marcia de carne y hueso y cayó en la cuenta de ese subconsciente al que normalmente llamamos "Yo". Vió sus pensamientos elaborar una hiriente frase que iba a ir dedicada al camarero que tenía justo en frente y que le había cobrado dos veces de más ya aquella semana. Creyó entrever cómo se agolpaban juntas ideas que tenían que ver con el precio del café al por mayor, de paso algunas relativas al cultivo del cacao y de la hoja de coca, vió barcos transporte cruzar el océano y descargar sus enormes bodegas en algún puerto del norte de Europa, vió hombres musculosos trabajando sin cesar durante horas y grandes grúas que se movían sin tregua de una parte a otra del muelle; vió el trayecto de un trailer hasta la nave insustrial de las afueras de su ciudad, vió paquetes rojos y sobres amarillos en los que imprimían lemas famosos. De repente se acercaron a éstos algunos pensamientos acerca de dónde mandar a la madre del camarero de vacaciones y al mismo tiempo, increíblemente, se le ocurrieron varias ideas acerca de dónde mandar a su propia madre con la que había discutido el martes pasado acerca de la conveniencia de llevar ropa interior de color diferente al blanco; un desastre mayúsculo discutir de ese tema con una católica ortodoxa. Marcia se oyó pensando a sí misma todo esto y también pensando que estaba pensando esto en este mismo momento. Levantó la vista hacia el camarero, plegó la nariz en un gesto muy característico de ella cuando las circunstancias le sobrepasaban, oyó su desesperación agolpándose en forma de imágenes y frases inconexas. Pagó al camarero el precio excesivo que le pedía por el café y salió de allí casi corriendo, aterrorizada, sin saber dónde esconderse de sí misma.