viernes, enero 12, 2007

Un amigo, nada nuevo-él, el amigo-me ha recomendado, como terapia a seguir ante la monstruosidad de lo cotidiano, que vuelva a escribir en el blog. Algo debe de saber él a este respecto porque si no no me lo habría recomendado, aunque no estoy segura de que lo hiciera de nuevo si le hicieran apostar un dedo del pie a que esta iba a ser la solución a mis problemas. Así que, ante tal incertidumbre ante mi curso de acción, y más bien porque no encuentro otra solución mejor, me decido a intertar escribir algo con sentido. Como si el sentido de lo que dijera tuviera algo que ver en todo este asunto! Y en lugar de tratar de analizar cualquier tema estrella de los blogs parece que me estoy inclinando por destrozar mi interioridad en unos párrafos. Perdón, este es otro tema estrella en los blogs. La falta de costumbre. Y hay algo además que me inquieta en este asunto y es que parece que esté deprimida, y creo que no es el caso, o simplemente no es el caso; porque supongo que si de depresiones se trata lo indispensable es creérselo, y no sé si me lo creo. Quizás si me lo confirmara alguien...pero dudo de que ni aún así fuera este el caso. Deshechada pues la depresión como motivo literario -jua jua-me temo que no encuentro nada en lo que basarme más que en la incontiencia espacio-temporal en la que me encuentro. Incontinencia porque parece que ni el tiempo ni el espacio se corresponden perfectamente con lo que a mí me gustaría que fuesen. Lo cual, por cierto, podría acabar con la teoría de la relatividad -al menos con la sentimental-; pero esto es demasiado para mí ahora mismo que me hallo en mi tiempo y espacio indeseados e indefinidos. Pero acaba de dar sentido a un sinsentido, que al menos tendrá fecha y lugar de emisión. Y creo que ya he acabado.