domingo, abril 25, 2010

Olvido, un tumor cerebral social que se le exige al intelectual para dejar de ser artista, y al artista se le hace a parte de lo social, un marginado sin voz, porque si es Artista es intelectual, y está muerto, parte de otra realidad. Él lo sabía cuando empezó a trabajar en la academia; olía a podrido, pero no sabía identificarlo, en ese momento el mundo era suyo, el futuro era suyo y el cambio era claro y posible. Luego pudo identificar lo podrido, pero ya no tenía sentido, porque ya no tenía nada que decir que no pudiera añadirse a la montaña humeante. De tanto agacharse, de tanto modficar una y otra vez lo escrito dejó de ser interesante, para el mundo, para él..., y el intelectual se pregunta si alguna vez podrá recuperar eso que ahora sólo puede ya oler de lejos. Excelencia académica y condena de lo social van cogidas de la mano cuando la academia sólo quiere que pongas el culo a la altura y te tires pedos condescendientes. Que vengan ya los exiliados, que se nos coman, que nos maten, porque sólo así el mundo se salvará. En ese momento el artista será rey, y si el intelectual se acuerda de sí mismo, antes de ser su "ahora mismo", quizás pueda formar parte de la corte.

4 comentarios:

Robert Jordan dijo...

Muy cierto, por desgracia. Lo único que me pregunto, es si el intelectual debería realmente ser el rey de la tribu. Puede que sí sea su recondita ambición, pero creo que su "arte" necesita completa independencia del poder para poder ser auténtica. Ya sabes lo que le pasa los intelectuales prestados a la política: en el mejor de los casos se convierten en ideólogos dogmáticos, en el peor en títeres de alguien más poderoso.
A parte esta reflexión, la "montaña humeante" ya está desbordando, tarde o temprano todo caerá por su propio peso.

Lidia dijo...

Y ¿entonces qué? ¿qué hacemos?¿existe alguna posibilidad de encontrar cierto resquicio para respirar? Si encontráramos la brecha... podríamos intentar agrandarla... ¿o qué? Porque así no, así no merece la pena. El artista no busca ser un funcionario al fin y al cabo, ¿o sí?

Lorena dijo...

No sé chicos,para mi el problema más importante es que mientras nos obligan a pasa por el aro vamos perdiendo nuestra propia perspectiva, la que teníamos cuando decidimos dedicarnos a esto. Nos obligan a tragar que no hay nada que podamos hacer que ellos no estén haciendo y van matándonos poco a poco. Claro que deberíamos organizar una Revolución! Todos fuera!funcionarios que sólo quieren seguir siendo funcionarios para poder ser funcionarios eternos, y que nadie más sea más que eso.

Robert Jordan dijo...

Las dos teneis razón, además vuestros razonamientos van en el mismo sentido: (1) nos obligan a pasar por el aro, lo cual perjudica la autenticidad, nos homologa al sistema y acaba desmotivandonos, porque la única perspectiva visible es la del "funcionario"; pero (2) si pudieramos encontrar una brecha, como dice Lidia, para agrandarla y romper con todo eso... ahí está la clave.
No olvidemos el gran poder de la red, porque éste es el único espacio donde se nos da todavía la posibilidad de expresarnos con autenticidad e intentar cambiar las cosas. Lo demás se está convirtiendo en burro-cracia...