jueves, febrero 16, 2006

Tengo un ratoncito...

En la grabadora de cd´s tengo un ratoncito que se está comiendo un curasán, y yo me pregunto si eso es lo mejor que le puede pasar al curasán. Me acuerdo de uno que ese estaba comiendo un trozo de queso, y me pregunto si estará bien o si habrá acabado ya en la basura, porque ése lo regalé. El que lo tiene lo sabe. Mi ratoncito no habla, no hace ruidos, come eternamente su curasán, mientras, espera a que le entre el baile de San Vito provocado por el movimiento de la grabadora. De todas las cosas que me rodean, exceptuando aquellas de las que no puedo prescindir por causas profesionales, este ratón es de las poquísmas que me acompaña. Cada vez que hay un traslado, cambios, redificaciones estructurales a mi alrededor, miro al ratón y pienso qué pinta esta vez, pero no se me ha ocurrido nunca evacuarle a la bolsa de las cosas que ya no valen para nada, aunque la verdad es que no vale para nada. Mi ratoncito se come su curasán y ya está; me pregunto si se acordará de aquél que se comía el queso.

4 comentarios:

Chasky dijo...

¿Y tu crees que a tu ratoncito le gustarán las madalenas y la cocretas?

terminus dijo...

Quizá ese ratoncito sea tu punto de partida, algo a lo que siempre puedas volver en caso que olvides, no se. ¿Puede ser? ¿Será?

Un Beso

Edu

Cdaae dijo...

Esos pequeños toques son lo que hacen los rincones más acogedores, ese ratoncito seguirá contigo para siempre.

Un abrazo guapa

Isthar dijo...

Siempre he pensado que las cosas que realmente más valen, son las que aparentemente no valen nada pero siempre las llevamos con nosotros.

Cuando por muchos cambios que hagas ese ratoncito siempre va contigo, por algo será ;)

Eso sí, cuidado con cogerle cariño a demasiadas cosas, después en los cambios de piso las cajas cada vez son más grandes y las cosas que estás dispuesta a tirar cada vez menos ;)