Manderlay

Desde Kant diferenciamos entre el juicio estético y un mero enunciado que se refiere al gusto personal a la hora de hacer juicios acerca del arte. El primero, en su opinión, es justificable y universalizable mientras que el segundo es un asunto personal, idiosincrático, no exteriorizable, ni compartible excepto por el "me gusta" o "no me gusta" que emitimos los incultos ante la belleza. Pues bien, ayer vi Manderlay y me pareció una obra de arte, me pareció mucho mejor que Dogville, con un guión más rico, con registros históricos, en el que se ve claramente la intención del autor en cuanto uno de sus personajes abre la boca, y no por eso, (como todo el que haya visto la primera parte sabe) resulta previsible o tediosa. Completamente diferente de la anterior, escepto por la escenografía tan particular del director, ésta te hace integrarte en una ilusión de esperanza que no es imaginable en Dogville. Aunque ya se sabe, Lars Von Trier es lo que tiene, si alguien espera ver una historia feliz...que no vaya. Y esto lo dice una inculta en cine, ejerciendo su derecho a proposiciones de gusto y estando en contra del juicio estético de aquellos críticos de cine que dicen que Manderlay es una patata (y de los que en mi opinión sobran dos millones de los dos millones y medio que hay; pero claro, es una opinión). Disfrutad de la peli, o no.